El placer y la sensualidad de una cita puede ser igual o mejor a como si fuera real. La compañía de una mujer buscada por un hombre se puede expresar de diferentes maneras y lo más importante es lograr una sonrisa permanente en la cara del cliente.
Embarcarse en la búsqueda de las sensaciones y tentaciones más escondidas de una persona es encontrar volcanes en erupción que explotan cuando los ojos se cruzan con los de una dama que tiene por dedicación dar lo mejor de sí para escarbar y tocar los puntos claves de la piel. Sus ojos se enfocan en el profundo de soñoso admirador, una mano por el cabello y la otra saludando como la más grande reina que el mundo pudo tener. Sudado por el calor de las imágenes en la cabeza, con los ojos fijos en una película que se repite en su cabeza y perdiendo la cuenta de los latidos de su volcán se pregunta lo que ocurrió.
Un sueño que quiere cumplir, un sueño que espera poder traer a la realidad y sabe que una persona lo puede ayudar a dar por realizado y dar calma a sus emociones de pasión. El nombre de la reina lo tiene grabado y decide verla. Una invitación a encontrarse se puede hacer realidad en compañía de un ambiente de olores y sabores de un restaurante en algún lugar de la ciudad que ambos les gusta estar para pasar un tiempo saboreando y escuchando historias.
Los sueños de un hombre hacen que la comida servida en el plato quede para el final de la noche, el humo que viajaba de la porcelana hasta los pechos
de la mujer se desvaneció y la tibieza de los sabores se apoderarían de las lenguas que cruzaban ideas que el tiempo dejaba contar.
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